jueves, 2 de abril de 2009

Las preguntas se amplían: ¿Qué es un psicoanalista?

En la reunión de Equipo de Salud Mental de Atencion Primaria se discutió el siguiente texto de la Lic. Adriana Rubinstein: Modos de aplicación del psicoanálisis:
Luego de algunos trabajos que tratan de cernir las diferencias entre psicoanálisis y psicoterapia el tema es encarado nuevamente por Miller de un modo esclarecedor, tomando como punto de partida al “psicoanálisis como práctica”, y destacando que la confusión verdaderamente importante, “es la que en nombre de la terapéutica, confunde lo que es psicoanálisis y lo que no lo es” y que ”Lo que hace falta es que el psicoanálisis aplicado a la terapéutica siga siendo psicoanálisis”. El peso de la distinción puro y aplicado pasa entonces a ser secundario, incluso “no esencial” respecto de la oposición principal de ambos con la psicoterapia.
Dada la complejidad del tema podrían precisarse entonces modos de aplicación del psicoanálisis teniendo en cuenta las condiciones en que éste se aplique, las demandas de que se trate y si funciona o no funciona el discurso analítico:
Podríamos ordenar las cosas de esta manera:
a. Si partimos de las condiciones del encuentro con un psicoanalista a partir de una demanda terapéutica (una consulta con un psicoanalista no precisada como demanda de análisis) habrá casos en que dicho encuentro se mantenga en el marco de las entrevistas preliminares sin que el tipo de demanda o la posición del sujeto den lugar a la instalación del discurso analítico en su forma más pura. Podríamos incluir aquí los casos a los que hace referencia Miller en “Las contraindicaciones al tratamiento analítico”
. Hay analista, pero no discurso analítico. Y no se trata de psicoterapia. No está asegurado “el oro puro del psicoanálisis” pero se mantiene lo esencial: la operación el deseo el analista. Es un modo de psicoanálisis aplicado, dentro del dispositivo pero sin entrada en análisis. Esto requiere pensar qué hay de analítico en las entrevistas preliminares y con modalidades de la demanda que rechazan el inconsciente
b. Habrá otros casos en que en cambio podrá instalarse el discurso analítico. Sería éste un modo de aplicación en el que la diferencia entre puro y aplicado se reduce: sería psicoanálisis en sentido propio, tal como Lacan lo emplea cuando dice “El psicoanálisis sólo se aplica, en sentido propio, como tratamiento y, por lo tanto, a un sujeto que habla y oye.” Pero sería puro si por puro consideramos el funcionamiento del discurso analítico. Son esos casos que llevan a reflexionar sobre la conveniencia de no llamarlo aplicado ya que se trata de psicoanálisis.
Aquí se nos borran las diferencias y se hace necesaria otra distinción. ¿A qué llamamos psicoanálisis puro? Quizás tengamos que diferenciar por lo menos dos alcances del término: puro en tanto funciona el discurso analítico y puro en tanto el análisis ha llegado a su fin y es posible investigar sus resultados. No siempre que se instale el discurso analítico está asegurado que el proceso llegará hasta su fin.
En esta dirección entonces, puede ser útil reducir el valor que la diferencia “puro” o “aplicado” tiene en el seno mismo de la experiencia analítica si entendemos por puro el funcionamiento del discurso, pero mantener su valor a los fines de estudio e investigación en el seno de la escuela en el dispositivo del pase a fin de interrogar el final del análisis y el deseo del analista.
c. Por último serían también modos de psicoanálisis aplicado aquellas intervenciones producidas por fuera del dispositivo analítico e incluso por fuera de condiciones terapéuticas. Intervenciones en guardia, en interconsultas, en escuelas, en juzgados y en todas aquellas condiciones en que por fuera del discurso analítico el analista pueda hacer lugar a la singularidad del sujeto, aun cuando no se trate de la iniciación de un análisis. Una referencia importante para estas aplicaciones la encuentro en El seminario 17 en una cita que ayuda a pensar la posición del analista en el psicoanálisis en extensión y en su relación con otros campos del saber. Allí plantea que no es el psicoanálisis lo que puede servir para una encuesta etnográfica. Pero afirma “para tener tal vez una pequeña posibilidad de hacer una encuesta etnográfica acertada, es preciso, lo repito, no proceder por medio del psicoanálisis, sino tal vez ser un psicoanalista, si es que eso existe”.
Hay algo común a todas estas aplicaciones En todas ellas hay psicoanalista y algo de su deseo operando en la producción de un sujeto. Puede no haber discurso analítico pero si hay psicoanalista, la intervención será sin duda diferente a la del psicoterapeuta o a formas de intervención que desconocen al sujeto en su enunciación y que de un modo u otro contribuyen a la objetivación y al desconocimiento del síntoma como lo más singular de cada uno, buscando la adaptación
Psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado son psicoanálisis
Volvamos al campo de la experiencia. La distinción entre psicoanálisis puro y aplicado no es un “a priori”. No se ofrece a unos psicoanálisis puro y a otros aplicado, se ofrece psicoanálisis o al menos, un encuentro con un analista y se verá, après coup, hasta dónde es posible llegar en el recorrido de saber, en cada caso, una vez que se ha puesto en marcha el pivote de la transferencia.
Todo análisis, puro o aplicado comienza por un síntoma, o por un padecimiento. Tiene que haber algo que empuje, una demanda. No se inicia un análisis para formarse y otro para curarse y aun el deseo de advenir analista tiene que ser analizado. Por otro lado, también al concluir un análisis en su forma más pura se constatan efectos terapéuticos
Los alcances de cada cura dependen tanto de la posición del analista como de la posición subjetiva del que consulta. El deseo del analista se presenta como condición de la experiencia, pero no actúa en el vacío ni en condiciones ideales y deberá tener como punto de partida la modalidad y las condiciones de la demanda. En cada caso el analista se sitúa con la versatilidad necesaria para producir las intervenciones que dicho caso requiera.
Pero será psicoanálisis si conserva lo esencial.
Psicoanálisis no es psicoterapia
¿Qué es entonces lo esencial?
Pondré el acento en el deseo y la posición del analista y en la orientación que sostiene su praxis. El encuentro con un analista y con su deseo abre la oportunidad de que la respuesta a la demanda se oriente en dirección al saber inconsciente y a las condiciones singulares del goce de cada uno, de que la transferencia sea empleada para producir un saber y no para la sugestión, de que los dichos del sujeto puedan ser escuchados para localizarlo en su decir. La orientación, permite operar con lo real de la castración desde el comienzo, acompañar las invenciones del sujeto frente a lo imposible de la relación sexual, y ante lo ineliminable de la castración del Otro y apuntar a una modificación de su economía libidinal, a un cambio de posición en la relación con su deseo y con su goce. No importa hasta dónde se llegue en cada caso , esto vale en cada encuentro, con diferentes demandas, con tiempos variables, ya sea en el consultorio, en el prepago o en el hospital. Y en este sentido el psicoanálisis puro siempre orienta la intervención, aun cuando no se logre llegar al final del análisis.


A partir de él la pregunta ¿Qué es un TSM? se amplió con ¿Que es un psicoanalista?

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