sábado, 28 de marzo de 2009

Reunión de Enero 2009

En Enero realizamos una reunión preliminar y dos más en marzo. En la primera de las reuniones del año ajustamos algunos temas a través del siguiente texto:

¿Por qué tomarse el trabajo de realizar unas Jornadas, con todo el trabajo que tenemos, con la gran demanda de atención, con todos los huecos que hay que cubrir cotidianamente.
Es obvio que realizar unas jornadas demanda tiempo y trabajo y, justamente por eso, ¿por qué hacerlas?
Precisamente por todo lo dicho.
En las reuniones de equipos, en las charlas con colegas, en las comunicaciones para derivar, en los encuentros de zona 5°, un tema es reincidente en su contenido y molesto en su forma: la queja por las falencias del sistema.
Para no extendernos en detalles, hay algunos puntos de lo dicho que se pueden señalar:
1) Somos muchos pero estamos desarticulados, ni siquiera nos conocemos, no sabemos bien que incumbencias tiene cada institución, que trayectoria o formación cada colega, no sabemos su nombre ni conocemos su cara.
2) Nos quejamos, sobre todo cuando el agua nos llega al cuello, pero no elaboramos teórica y técnicamente, respuestas y salidas prácticas para ofrecer a quienes toman las decisiones.
3) Llegado el momento de elaboración teórica, en congresos y jornadas se vuelve una y otra vez al caso clínico exitoso, a la experiencia replicable: a lo positivo de nuestra práctica.
4) Y sin embargo la literatura profesional cada vez mas incluye (con poca precisión es verdad) la referencia social e institucional.
Ahora tenemos la posibilidad de conocernos, intercambiar y producir. Y hacerlo no a través de lo que hacemos (siempre proclive al entuerto narcisista) sino de los que más nos une: lo que falta.
Lo que falta es un segundo nivel de salud mental: tenemos un amplio espectro de modalidades de atención ambulatoria, generales o especializadas. Pero no hay como responder si la consulta ambulatoria y periódica no es lo adecuado.
Pensemos lo que sucede ante un brote, una emergencia, una situación cronificada, etc. etc.
Pensemos también que no conocemos al colega al que le derivamos un paciente o le pedimos alguna solución.
Pensemos que no sabemos cual es la dimensión real de la oferta de respuestas en salud mental del municipio: ni cuantitativa ni cualitativamente.
Pensemos que podemos dejar eso en manos de otros, pero…. ¿Porque tomaríamos esa decisión alienante si nuestro trabajo con los pacientes apunta en sentido contrario?
De tal manera que una jornada puede ser una excelente excusa, si se quiere, para varias cosas:
1) Conocernos, lo que podemos hacer a través de estas reuniones, compartiendo correos electrónicos, teléfonos, celulares. Realizando una prejornada en el mes de junio. Además conocernos es una forma de darnos a conocer.
2) Precisarnos, saber a ciencia cierta cual es la dimensión cuantitativa de nuestro trabajo. Precisar cuantos somos, cuantos pacientes tratamos, cuantos de ellos requieren otros dispositivos, que tipo de estructura laboral nos engloba, etc.
3) Explicarnos, a nosotros y de esa forma a los demás, que dispositivos son necesarios y para que son necesarios, si queremos un sistema de salud mental menos deficitario. Elaborar teóricamente que tiene que ver la subjetividad y la demanda social.
4) Incorporar a esa reflexión elaboraciones novedosas, por lo que podemos pensar los panelistas en función de la creatividad e innovación respecto a los problemas que tenemos: como la invitación a la lic. Inés Rosbaco (investigadora sobre la producción de subjetividad en los barrios marginales a través de la educación, autora de “El desnutrido escolar”) y del Dr. Emiliano Galende (prestigioso profesional que acaba de editar “Psicofármacos y salud mental: la ilusión de no ser”)
5) El comité organizador es el que debe motorizar esta tarea. Quedan 8 meses.

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